Doctor Edmundo Muñoz, Escuela de Ingeniería Ambiental de la UNAB: Poniéndole números al impacto ambiental que generamos

Facultad de Ciencias de la Vida 20 octubre, 2021

Por Eliette Angel V.


¿Cuánta agua gasta a diario en su casa? Piense en la respuesta.

A menudo, el doctor Edmundo Muñoz, investigador y docente de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la UNAB, hace esa pregunta a sus alumnos o los asistentes de sus conferencias: “Si saco el promedio de las respuestas, la gente dice que emplea entre 20 y 30 litros. Cuando les digo que son 172  litros al día en promedio, no lo pueden creer”, cuenta. Acto seguido, pide que vayan a buscar su boleta y hagan el ejercicio: los metros cúbicos multiplicados por mil, luego dividirlos por 30 y después dividirlo nuevamente por el número de habitantes en el hogar. Después les pregunta cuánta de esa agua, beben.

“Dos litros, dicen. Eso quiere decir que estamos ocupando un 1-2% del agua potable para lo que fue diseñada, para el consumo humano. La gran mayoría termina en otro uso y eso demuestra lo derrochadores que somos, que es algo que ignoramos porque no le ponemos un número”.

Explica el doctor Muñoz, también director de postgrado y educación continua de la Facultad de Ciencias de la Vida de la UNAB.

Y ahí está justamente el centro del trabajo del investigador. “Coloco valores para demostrar el impacto que tenemos sobre el medio ambiente: eres responsable del alimento, del consumo de agua, de las emisiones”, comenta el ingeniero medioambiental de la Universidad de la Frontera (Temuco), donde también cursó su máster y doctorado.

En específico, el doctor Muñoz investiga el análisis de ciclo de vida, que evalúa los impactos que genera un producto o servicio, desde que extraemos las materias primas que lo componen hasta los residuos que origina cuando llega al final de su vida útil. Investiga distintos escenarios en agricultura, construcción y ciudades. ¿Cuál sistema de plantas de tratamiento de aguas residuales en Chile genera menor impacto medioambiental? Según la distancia, ¿es mejor trasladar la biomasa maderera sin pre-tratamiento, como chips o de manera compactada? El investigador evalúa, llega a resultados y los compara para que, idealmente, tanto la industria como los tomadores de decisión puedan elegir informadamente. Por eso el doctor Muñoz tiene diversos vínculos con la industria y con el Estado.

En especial, el investigador se ha enfocado en la economía circular, un concepto muy empleado en la actualidad y que quizás por ser relativamente nuevo, cuenta con decenas de definiciones. Pero que es más fácil de comprender cuando lo contraponemos al modelo clásico de economía lineal.

Economía lineal versus economía circular

Antes -y aún en gran medida en la actualidad- extraíamos los recursos, creábamos un producto, lo consumíamos y luego lo desechábamos. A eso se le conoce como economía lineal. Los ejemplos más extremos eran los productos de un uso, como las bolsas plásticas. De ahí la ley Chao Bolsas Plásticas que progresivamente desde 2019 fue eliminando su uso. Con la economía circular lo que se busca es que los recursos vuelvan a formar parte del ciclo de producción para evitar su inmediata llegada al vertedero.

“Como la Economía Circular busca cerrar ciclos, utiliza el análisis de ciclo de vida como herramienta para analizar si ese cierre de ciclos genera beneficios ambientales o no, si aporta o no a la sustentabilidad”, detalla el doctor Muñoz, quien se sumó en 2014 a la UNAB como director de la Escuela de Ingeniería Ambiental. A la fecha, el investigador ha guiado más de 60 tesis de pre y postgrado, quizás como una manera de despertar lo que él mismo vivió en la universidad. Tras ser un pésimo estudiante (incluso repitió 3º medio), se redimió cuando empezó a encontrarle sentido a su carrera.

Contrario a lo que podría pensarse, en diversas ocasiones, es mejor enviar un residuo a un relleno y no revalorizarlo porque el gasto energético y los impactos ambientales que implica, pueden ser mayores a los beneficios. Es el caso de algunos tipos de plásticos que requieren de litros de agua para limpiarlos y gran cantidad de energía para triturarlos.

“Esa evaluación de analizar la huella de carbono y los impactos del agotamiento de recursos, lo hace la metodología de análisis de ciclo de vida para cualquier producto, actividad o servicio. En particular en lo que he estado trabajando es cómo debiéramos medir la economía circular”, resume el investigador asociado del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la UNAB.

Sólo uno de los diversos impactos que estudia el análisis del ciclo de vida es el cambio climático, entre otros menos conocidos, como formación de material particulado, acidificación terrestre, eutrofización del agua, formación de oxidantes fotoquímicos (esmog fotoquímico) o agotamiento de recursos fósiles. El cambio climático se mide en kilogramos (kg) de dióxido de carbono (Co2): 5 kilómetros en un auto a bencina o tener una tele pequeña prendida por dos días producen 1 kg de CO2. ¿Cómo eliminarlo? La fotosíntesis sigue siendo el método más eficiente, pero un árbol transforma sólo unos 20 kg de CO2 en oxígeno al año, es decir, ‘compensa’ apenas 100 kilómetros en auto.

A mayor nivel socioeconómico, más contaminantes

Una de las últimas publicaciones del doctor Muñoz determinó que, en promedio un hogar en Santiago produce 3,44 toneladas de CO2 (t CO2) al año. Pero las diferencias más que se duplican entre el primer quintil (de menos recursos), que produce 1,98 t CO2, versus el quinto quintil, el más rico, con 4,04 t CO2.

“Separamos las encuestas y analizamos la diferencia en los impactos por nivel socioeconómico. Las personas que tienen menor nivel socioeconómico generan menor impacto, porque tienen dinámicas de consumo que son más bajas”, detalla.

Y añade: “El otro cruce que estamos haciendo es que probablemente los de mayor ingreso, que generan más impacto, lo trasladan hacia las personas y lugares con menores ingresos”. De hecho, en la Región Metropolitana los recintos oficiales de manejo de residuos (rellenos sanitarios, vertederos y estaciones de transferencia) se encuentran al poniente, en comunas como Maipú, San Bernardo, Til Til, Quilicura y Talagante.

Y si hoy tiene relevancia el cambio climático, el investigador cree que otras variables empezarán a destacar. “El agua va a ser más importante en pocos años. Entonces ahí vamos a estar hablando de la huella del agua y, probablemente después, de la huella de recursos o de lo metales críticos, como están en Europa que no tienen metales para producir tecnologías”, opina Muñoz, quien está casado y tiene dos hijos (Matías y Martín).

Y hablando del agua. Es común escuchar que la agricultura y la industria son los principales consumidores de este recurso (72% y 11% respectivamente). Mientras que las ciudades solo emplean en torno el 6%. “Pero eso es falso”, dice categórico el doctor Muñoz. “En realidad, a nuestro consumo de agua tienes que sumarle la agricultura y todos los procesos industriales para los productos que tenemos en la casa. Entonces, la ciudad es responsable del 70% de consumo de agua de un país. El problema es que lo mirábamos separado”, agrega.

De hecho, las cifras son categóricas: las ciudades consumen el 75% de los recursos y energía y generan el 80% de las emisiones globales de CO2. “Las ciudades, el hogar, es como el pulmón que succiona todos los recursos”, acota el doctor Muñoz.

Mirada transversal

Por eso, uno de los principales desafíos en el trabajo del investigador ha sido tener una mirada más transversal u holística en los impactos medioambientales. Eso involucra, por ejemplo, considerar no solamente producción de los alimentos, sino que también lo que se pierden mientras son producidos o desperdiciados por consumidores o vendedores.

De ahí que el proyecto Fondecyt Regular 2021 que el doctor Muñoz ganó, se centra en agricultura urbana y alimentos. “La producción de alimentos es un tema crítico y creemos que ahí hay un punto importante de mejora, donde podemos integrar la gestión de alimentos sin residuos y la optimización de recursos”, detalla el investigador, cinturón verde en artes marciales japonesas (Kenpō) y futbolista y guitarrista de fin de semana.

Por ejemplo, una de sus investigaciones anteriores estudió el positivo impacto de la generación de biocombustible a partir de los residuos agrícolas del plátano, comparándolo con la utilización de la bencina, identificando tanto los puntos fuertes, como los débiles.

Esta mirada transversal también incluye ver dónde impacta la producción de recursos.

“La ciudad consume recursos, pero los impactos están fuera de sus límites. Es el caso de la energía eléctrica generada en termoeléctricas, la consume la ciudad, pero los impactos se dan en otras localidades”, puntualiza. Son las llamadas zonas de sacrificio, lugares que cuentan con una alta concentración de industrias contaminantes, generalmente vinculadas con el carbón. Es el caso de Tocopilla y Mejillones en el norte; Quintero, Puchuncaví y Ventanas, en la zona centro, y Coronel, en el sur.

Ayudando a solucionar el grave problema de basura en Chiloé

Y por qué no, esa mirada transversal, también ha empujado al doctor Muñoz a volver a sus orígenes. En su juventud, el investigador fue un devoto scout y un activo miembro de grupos deportivos y religiosos de la población donde vivía en Temuco, para los cuales incluso conseguió fondos. “Era súper comprometido en el tema social”, recuerda. Por eso cuando el investigador vio que un proyecto en Chiloé buscaba ayudar a la comunidad a encontrar una solución al grave problema de la basura, no dudó en postular.

En 2019, y tras 40 años de funcionamiento, cerró el vertedero municipal cercano a Ancud. Provisoriamente, en enero de 2020, comenzó a operar el vertero Puntra El Roble, 40 kilómetros al sur de Ancud. Pero en septiembre recién pasado la Corte Suprema acogió el recurso de protección que interpusieron los habitantes de esta localidad y toda la basura deberá ser retirada. El mismo panorama empieza a repetirse en otras localidades de esta isla que cuenta con 180 mil habitantes: vertederos a punto de cerrar, que no cuenta con ‘reemplazantes’.

Por eso el proyecto que lidera el doctor Muñoz, “Capacitación para el fortalecimiento de la participación ciudadana en torno a la economía circular para la provincia de Chiloé”, es crucial. La propia comunidad deberá acordar de qué manera va a gestionar sus residuos domiciliarios. Para lograrlo, la iniciativa cuenta con profesionales de las más diversas áreas, como ingenieros ambientales, sociólogos, periodistas y asistentes sociales.

“Es un tremendo proyecto, que mezcla la parte dura de la ingeniería de la investigación con lo social y la transferencia de conocimiento a la gente. Es un tremendo desafío, no es fácil”, comenta el doctor Muñoz. Y añade: “Con esta iniciativa, volví a la inquietud social de mi juventud”.